Últimas reflexiones






¨¨¨¨Ana¨¨¨¨


Jaisalmer, India
Una vez leí que un viaje a la India es un viaje al interior de nuestros sentimientos, de nuestro pensar y esto me lleva a la primera conclusión y es que tú no visitas la India, es ella quien te visita a ti. Es algo difícil de entender o que yo no sé explicar, así que siento que no sea una reflexión muy útil. Quizás esto es debido a que India te pone a prueba constantemente, te rompe todos los esquemas, y te obliga a reflexionar sobre muchas cuestiones. La India te puede sugerir cualquier cosa excepto indiferencia.

He podido aprender y gracias a mi compañera llegar a la segunda conclusión de que no hay una India sino miles. Está la India tradicional, la contemporánea, la mágica, la eterna, la rica, la pobre. Más de mil millones de personas, veintinueve estados, dieciocho lenguas oficiales, miles de dialectos, infinidad de religiones y creencias.
Con pocos minutos en el país tienes bastante para descubrir que la pobreza tiene ojos, y que éstos te atraviesan como puñales. Algunos puñales van cargados de súplicas, otros de indiferencia, otros de simple curiosidad, y algunos pocos también de desprecio. Por suerte también hay muchas sonrisas que te buscan, te encuentran y que de alguna manera equilibran la balanza. Visitar la India significa asistir a la lucha por la vida en las profundidades de  tu ser. En este lugar ves lo mejor y lo peor de la naturaleza humana. Hay una película llamada La Ciudad de la Alegría donde se dice que delante de ciertas realidades sólo tienes tres opciones: huir, ser un espectador o comprometerte. La elección, por supuesto, siempre es cosa tuya.
También he aprendido que la vida es una duda constante. Enfrentarte a realidades tan duras como las de la India multiplica tus dudas por mil, incluso sobre aquellas cuestiones que ya creías tener más claras.
En Nepal también aprecias muchas de estas cosas, pero en menor proporción o al menos ésta es mi sensación, quizás por ser India la primera en visitar. En este lugar se respira paz, amabilidad, aire puro en la montaña y sobre todo libertad y respeto por todo lo natural. Todo ser viviente ocupa su lugar sin molestar ni ser molestado. A mí personalmente me enamoraron los monitos, me pasaría horas y horas observándoles sin cansarme. Son como personitas pero sin las cosas malas, aunque con bastante genio.
Gracias a este viaje he aprendido que antes de nada somos ciudadanos del mundo y después de eso, europea, española, andaluza y sevillana.
Con respecto a mi compañera de viaje y amiga Lorena, no pretendo hacer una crónica de todo lo que hemos hecho esos días sino más bien ahondar en aquellos momentos interiores que han sido para mí un descubrimiento. Te veía en el trabajo, algunas veces en los pocos minutillos que teníamos entre clase y clase comentábamos algo, pero desde que decidimos hacer juntas este maravilloso viaje, he podido verte de un modo diferente. Me ha permitido ver una faceta tuya que no conocía. He conocido algo más de tus sueños, algo más de tus inquietudes, si acaso de tus incertidumbres o miedos, tu ternura y empatía. Me has enseñado mucho, me has alargado la vida por lo menos 10 años más porque otra cosa no, pero reírnos…eso creo que era nuestro lenguaje allí, ¡ja, ja, ja! No tengo palabras para agradecerte todo, desde la organización del viaje, como el idioma, las fotos, el apoyo moral, las caminatas, los bailes, el blog...

Todas estas cosas me generan enorme alegría, al saber que he conocido a alguien como tú y he tenido la suerte de compartir una convivencia de casi un mes. Sé que cualquier viaje contigo sería increíble y me quedo con la satisfacción de que siempre tendré en mi vida a una gran compañera de viaje.
Mil gracias Lorena y por supuesto que estas aventuras habrá que repetirlas, eh?? Ya no te libras de mí tan fácilmente J


¨¨¨¨Lorena¨¨¨¨

Parque nacional de Shivapuri,
Nepal
Tres meses después del viaje, la medicina comienza a hacer su efecto. La mente va absorbiendo lo vivido, asimilándolo y recolocándolo en el rinconcito correspondiente de tu ser. Es en el día a día cuando te das cuenta de cómo ha influido la experiencia en ti: tu forma de ver y valorar las cosas, de actuar, de sentir. Ahora la vida tiene una lente más desde la cual poder observar.
 
La India te invade y te desgarra por dentro sacando lo peor y lo mejor de ti. A pesar del caos por el que se caracteriza y de algunos malos momentos, de no ser por ello luego no habríamos apreciado tampoco esas pequeñas grandes cosas que a menudo son infravaloradas en nuestra sociedad. Por eso mismo no cambiaría ni una sola coma de esta aventura. Es una cultura tan diferente que nada puede pasar desapercibido; un país tan tremendamente diverso y extenso que sería injusto e imposible captar su esencia y juzgarla en apenas unos días. Sólo hemos podido observar el boceto de un cuadro aún por terminar.
 
La india promete, para bien y para mal. Es inquietante, sorprendente, sencillamente compleja, o complejamente sencilla, según como se mire.
 
Lo que más me ha hecho disfrutar: su filosofía de respeto hacia la naturaleza y vida en armonía con ella, animales que caminan entre humanos como si fueran uno más; el colorido y la elegancia de los saris de las mujeres rompiendo con el paisaje embarrado, sombrío y la pobreza de trasfondo; la curiosidad y asombro de los niños y mujeres. Lo que menos: la mezcla del ruido de un tráfico horrible y los olores de la calle; la poca disposición por ayudarte, desorganización o ineficiencia algunas veces, mareándonos de un sitio a otro; la cuquería e intentos de timo de algunos; la falta de acción por parte del gobierno para mitigar la pobreza de un país con recursos más que de sobra y para mejorar la situación de la mujer.
Nepal, por otro lado, que ya de por sí prometía, ha sido todo un descubrimiento. Un país arropado por el imponente Himalaya, revestido de esos paisajes idílicos y custodiado por una cultura y gente especiales no puede ser una mera casualidad.  Es un mundo aparte y bien merece mucho más que cinco días. Te contagia de su esencia y te deja con ganas de explorar todos sus rincones. La serenidad, frescor y silencio de Nepal en contraste con el caos, vivacidad y agitación de la India es de las cosas que más especial ha hecho a este viaje.
Por supuesto, esta experiencia no hubiera sido igual sin la flexibilidad, capacidad de adaptación, buen humor, sencillez, picardía, voluntad y fortaleza de mi compi Ana. Gracias a ti por hacer de la locura de este viaje una realidad, por transformar los miedos en risas y hacer con tu naturalidad que las cosas más difíciles hayan sido sencillas ¡El aprendizaje y alargamiento de vida ha sido mutuo! No todo el mundo es capaz de convivir durante un mes las 24 horas del día, y no nos hemos tenido que tirar de los pelos ni una sola vez, ¡¡je,je!! Habrá que repetirlo, ¡claro que sí!
 
Por último, a los que estáis ahí detrás, si habéis tenido el valor de leer hasta aquí, habiendo pasado por los 16 capítulos anteriores, ¡me quito el sombrero! Gracias por querer compartir esta aventura con nosotras. Pero, sobre todo, gracias por interesarte en la vida de otras personas y querer conocer algo más de ellas incondicionalmente.
Espero que hayáis disfrutado leyendo tanto como yo escribiendo. Un saludo a todos….¡y hasta la próxima aventura!
 
 ¡NAMASTE!

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