Día 4: La una enfermita y la otra asaltada

6 de septiembre
El día amanece soleado y el desayuno-buffet nos espera al aire libre, en el mismo patio de anoche. Yo, que soy la tonta de los tés, decido darle una segunda oportunidad al té masala, que tan popular es entre los indios, y me atrevo a ponerme una taza. Nada, que no hay manera…sigo sin poder describir el sabor de esa cosa. Recogemos una vez más nuestros bultos y nos vamos de vuelta a Jaisalmer con la pareja inglesa y su conductor. Este nos da una buena y una mala noticia. La buena: el coche se pudo arreglar. La mala: el aire acondicionado no. Teniendo en cuenta que ya a las ocho de la mañana estamos medio sudando de calor, no es una buena manera de empezar el día.
Nos reunimos con Yusuf en el hotel donde estuvimos y nos vamos enseguida camino a Jodhpur. Por lo visto ayer le tuvieron que ayudar a empujar el coche hasta Jaisalmer y tardaron tres horas, más el tiempo que tardarían en arreglarlo (y el coste que supondría, que imaginamos que se tendría que hacer él cargo). Mira que los hay pringaos en el mundo, pero este pobre…
El camino de cinco horas sin aire acondicionado y por esas carreteras con más baches y agujeros que asfalto ha sido infernal. Teníamos que ir con las ventanillas abiertas y todo el aire azotándonos en la cara. Mi estómago poco a poco me empieza a avisar de que no le está gustando mucho el viajito. Paramos en otra de esas posadas en medio de la nada para que Yusuf pueda descansar y beberse rápidamente un té. Yo, esperando que se me pasara el mareo andando un poco y saliendo de ese coche, tengo que sentarme porque me siento peor. Mal asunto…Llegamos ya a Jodhpur, metiéndonos por un laberinto de calles estrechísimas hasta llegar al hotel. Nos vamos a la habitación y me voy directa a la cama a tumbarme con ganas de potar y la fiebre poco a poco subiendo. Viendo que eso era algo más chungo que un simple mareito, ya sabía que me iba a tener que quedar el día entero ahí. ¡Qué bien! Esto era justo lo que más temía que me pasara durante el viaje. Intenté descansar y dormir algo para ver si se me pasaba mientras Ana hace tiempo organizando sus cosas y duchándose, pero nada…Cada vez que me ponía de pie, me entraban los sietes males. Muy a mi pesar y con toda la rabia, me tuve que quedar y no pude acompañar a Ana a dar una vuelta y ver la ciudad azul (conocida así por el color de sus casas, en honor al dios Krishna, del mismo color).
Así que mientras yo me estoy acordando de Panete en la habitación, Ana se va por ahí a bichear. Es la primera vez que nos separamos y me preocupa un poco que ande sola…Al buen rato entra por la puerta efusivamente y algo alterada. Unos niños le han asaltado…¡Vaya diíta!. Un chaval en moto la estaba persiguiendo y en una de las calles estrechas se para en frente de ella impidiéndole el paso. En ese momento se acercaron tres niños por detrás y empezaron a zarandearla. Ella empujó al de la moto y salió corriendo como loca. Llegó a una placita más transitada, pero estaba desorientada. Preguntó por el hotel y se vino corriendo. ¡Por lo menos ha salido intacta y no le llegaron a robar nada! Pero el susto…
Yo sigo chunga perdía y Ana, ya calmada, se pone a escribir postales. Llega la hora de la cena y se va por unas galletas a la tienda más cercana. Miramos la fecha de caducidad de uno de los paquetes por casualidad y resulta que están caducadas. Comprobamos los demás y están todos caducados. (Más adelante nos percatamos de que en realidad es la fecha de envase y te ponen en meses cuándo caduca el producto- otra “indiosincrasia”).
patio del hotel y nuestra habitación al fondo
Después de airearme un poco en la terracita (gracias a los cuidados de mi Ana J), tomarme una pastilla y, sobre todo, de liberarme (me salto los detalles), ya me siento casi nueva, y como loca estoy deseando darme una vuelta, aunque sea por decir que algo he visto de la ciudad. Así que salimos un rato, aunque no muy lejos porque ya es de noche y los niños te persiguen mirándote los bolsillos y pidiéndote dinero. Es el sitio que con más diferencia hemos notado esta picaresca. Volvemos al hotel y nos quedamos un rato en la recepción aprovechando el wifi y hablando con dos madrileñas que también iban con un conductor privado (al parecer peor que el nuestro). Para mi mala suerte, me vuelvo a sentir mal…así que me vuelvo a la habitación y me tumbo mientras veo en la tele los videoclips y novelas producción de Bollywood cuya ridiculez es imposible de superar y por lo menos me río un rato.
Es hora de dormir, con la esperanza de encontrarme bien del todo y la intención de levantarnos muy tempranos al día siguiente para poder ver la ciudad de día.

1 comentario:

  1. Ayns, pobrecita! Bueno, al final medio malita y todo pudiste ver alguna cosita, aunque nada mejor que las producciones de Bollywood seguro! XD

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